lunes, 18 de mayo de 2015

2 La goma del pelo

Con la goma, mi pene erecto y un nerviosismo-excitación indescriptible, empecé, no sé por qué, a jugar con la goma en mis genitales. Me la ponía como si fuera un anillo, abrazando los testículos y pene. Me la quitaba. Me la enrollaba en el pene poniéndola tirante y dándome varias vueltas, que me hacía hincharse las venas del pene… Al cabo de un rato, un liquidito blanco salió de mi pene y ¡qué gustito!. Rápido, límpialo no te vayas a manchar.
A partir de aquel día empecé a masturbarme cuando me apetecía. Con la goma y sin ella. La chica se desinteresó de mí y empezó a gustarme otra de ellas (cómo se iba de flor en flor en aquella inocente edad!). Me gustaba y con esas edades ni pretendía tener ningún tipo de relación con ella, ni ser novios ni nada parecido. Solo me sentía atraído por ella sin saber por qué ni para qué. Ella no me correspondía y eso me lo ponía difícil. Un día le quité la pinza del pelo y ella no puso gran interés en recuperarla, así que me la llevé a mi casa. Cuando “me tocaba” ni qué decir tiene que pensaba en ella (y no aspiraba a “nada más”, veía eso como algo natural).

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