martes, 19 de mayo de 2015

6 Las pinzas de la ropa

Un día solo en casa, se me ocurrió que podría añadirle a mi “feminización” unos pendientes. Fui a la lavadora y cogí la caja de las pinzas de tender la ropa. Me puse unos “pendientes” en los lóbulos de mis orejas. Moví rápidamente la cabeza de un lado a otro como diciendo “no” y las pinzas hacían moverse mis orejas. Por curiosidad pensé si añadir unos pendientes más modernos, así que añadí otras pinzas en otras partes de las orejas, de la nariz… Ya aquí no me voy a enrollar mucho. Cuando me ponía muchas pinzas (por ejemplo 6 en cada oreja), el movimiento de mi cuerpo y las consecuencias de ese movimiento en las partes con pinzas, me hacían sentir nuevas sensaciones, desconocidas y en parte incontrolables. Si echas la cabeza para adelante, pues el peso de las pinzas harían que tus orejas se vayan hacia abajo. Eso produce cierto dolor añadido al de la presión de las propias pinzas. Tras una masturbación con pinzas, el placer post-exaculación unido al alivio de quitarte las pinzas hace que te sientas indescriptiblemente.
Las pinzas pueden colmatar tus orejas, cejas, nariz, labios y/o lengua.
También puedes explorar otras partes del cuerpo con el abdomen, brazos y si tu piel y las pinzas que tienes lo permite, también las piernas.

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